El baño de brujas
El baño de brujas era uno de los tantos procedimientos crueles utilizados durante los juicios de la Santa Inquisición y que tenía como finalidad obtener la confesión o demostrar la culpabilidad de una bruja o de cualquier sospechoso de practicar brujería.
Como todos los procesos de aplicados en la época de la Santa Inquisición, el baño de las brujas era cruel y despiadado, recordemos tan sólo el proceso conocido como los Juicios de Dios, del que ya hablamos en un artículo anterior, que consistía en obligar a los acusados a meter las manos al fuego para demostrar su inocencia y gracias al que debemos la famosa frase de «meter las manos al fuego por…»
Pero, ¿en qué consistía exactamente el baño de brujas?
En el Baño de Brujas, a diferencia de los Juicios de Dios no intervenía el fuego; aquí el elemento protagonista era el agua y consistía en atar de pies y manos al acusado o acusada (generalmente acusada) y posteriormente era arrojado a un río, pozo, mar o un estanque profundo.
Como es de esperarse, la mayoría de las víctimas morían ahogadas durante este proceso, una vez que esto ocurría se le declaraba culpable de todo lo que se le acusaba y, no conformes con la muerte y la supuesta comprobación de la culpabilidad de la víctima, su cuerpo era quemado.
Si el sospechoso de brujería lograba salir a flote –cosa que en realidad era casi imposible, ya que en la mayoría de los casos además de atarlos de pies y manos, en la cuerda también se ataban grandes piedras que les impedían escapar de su tormento–, entonces se le declaraba inocente.
Lo anterior en realidad tampoco era una garantía de salvación, pues salir a flote podía ser prueba de tener tratos con El Maligno quien, en este supuesto había intercedido por el acusado.
En estos casos, se iba a un segundo juicio y, dados los procesos de la Santa Inquisición para arrancar la confesión, era muy probable que en esta segunda ocasión el acusado ya estuviera debilitado por el primer juicio y terminara muriendo. Lo cual, una vez más era interpretado como prueba de su culpabilidad.
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