Catoblepas es un ser legendario originario de Etiopía, tiene cuerpo de búfalo y cabeza de cerdo, la cual mantiene siempre mirando hacia abajo, su lomo está cubierto de escamas protectoras y se dice que sólo con su aliento o su mirada podía convertir a las personas en piedra. Se dice que el catoblepas está emparentado con el basilisco tan temido en la Antigua Grecia.

El término proviene del griego καταβλέπω que significa mirar hacia abajo. Plinio el Viejo incluyó a este ser en su Historia Natural y lo describe como una bestia de tamaño mediano, de andar perezoso; por su parte, Claudio Eliano realizó una descripción más detallada en su De la naturaleza de los animales (aproximadamente en el 200 d.C.), donde lo identifica como un animal herbívoro del tamaño de un toro con melena; a diferencia de Plinio el Viejo, Claudio Eliano no creía que la mirada de catoblepas fuera letal; sin embargo, su aliento sí podía aniquilar a cualquier persona, además su cabeza era tan pesada que nunca podía levantarla.

Ya para el siglo XVIII, el naturalista George Cuvier asocia al legendario catoblepas con el Ñu, un animal existente que comparte algunas características con la figura de catoblepas y quizá es gracias al ñu que actualmente existe la leyenda de catoblepas.