Un cuento de hadas corto
El relato que presentamos a continuación aparece en el Tratado de lo no visible, una obra de autor anónimo, esperamos les guste:
Imaginamos a veces a las hadas en sus largos días de juegos, o en interminables horas de danzas y risas. Pero las hadas trabajan, y mucho. Hilan, tejen, bordan, hacen pan, o salen al bosque para buscar los elementos que les permitirán confeccionar sus maravillosos trajes. Las jornadas laborales de las hadas son extensas, y supervisadas por las reinas. A estas tareas se le agregan las de protección para los mortales que ellas acompañan.
Por eso el sueño de las hadas es profundo, dentro de sus flores, esperando la mañana siguiente. Sólo el rocío las despierta y las vivifica, como una ducha reparadora para empezar otro día.
Los trajes de irreal belleza que las hadas confeccionan para sí mismas son usados especialmente en sus fiestas. Estas celebraciones conmemoran algunas fechas importantes como el aniversario de su origen, un traslado de un país a otro, la fecha en que un hada se hizo humana para amar a un mortal o volvió a convertirse en hada, y cosas así. En estas fiestas lucen las mejores galas y se pasean orgullosas por delante de otros seres mágicos a los que suelen invitar, como es el caso de elfos, gnomos, y también algunos duendes de la región.
Estas fiestas se realizan por lo general en el claro de un bosque, en el cual se forman corrillos de danza que invariablemente responden a la guía de la Reina, siempre modelo a imitar en cualquier que sea el caso.
Danzan y cantan en el claro de la luna, girando en todas direcciones para seguir las intrincadas coreografías de estas ocasiones, basadas en saltos a enormes alturas y en volteretas acrobáticas y elegantes que las hadas realizan con excelsa naturalidad; pero sus invitados, los gnomos, suelen verse en dificultades para seguirlas.
La música que acompaña estas celebraciones no proviene solamente del canto feérico y mágico de las hadas, sino también de las hojas arrulladas por el viento, el rocío que gotea de ellas, el balanceo de las flores y su campanilleo en el rumor de la brisa nocturna.
Fuente:
Luz, Ángela. El mágico reino de las hadas… donde todas las cosas son posibles. Blotta & Blotta, 2005.
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