Tercer Secreto de Fátima Revelado
El 13 de mayo de 1917, en la localidad de Fátima, Distrito de Santarém, en Portugal, Lucía dos Santos, Jacinta Marto y Francisco Marto, de 10, 6 y 9 años respectivamente, reportaron la aparición de la Virgen María, quien según los niños les pidió que regresaran todos los días 13 de cada mes a ese mismo sitio, que rezaran un rosario y que le construyeran una capilla en ese lugar.
Durante ese mismo año se reportaron otras 5 apariciones, la última de ellas el 13 de octubre; durante este periodo profetizó algunos eventos y entregó a Lucía dos Santos 3 mensajes que hoy conocemos como los tres secretos de Fátima: el primero de ellos hablaba de como era el infierno; el segundo de los mensajes, hablaba de como convertir a los pecadores al cristianismo; y el tercer secreto de Fátima, escrito por Lucía dos Santos entre el 22 de diciembre de 1943 y el 9 de enero de 1944, se mantuvo oculto durante varias décadas hasta que el 26 de junio de 2000, el entonces Papa Juan Pablo II lo reveló, el escrito de Lucía dos Santos es el siguiente:
Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.
Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Angel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: ‘algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él’ a un Obispo vestido de Blanco ‘hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre’. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios’.
Algunos creyentes afirman que el tercer secreto de Fátima profetizaba el atentado del Papa el 13 de mayo de 1981. Aunque según declaraciones del propio Joseph Ratzinger (Papa Benedicto XVI) realizadas en mayo de 2010, el Tercer secreto de Fátima puede ser interpretado como la actual visión que se tiene de la Iglesia Católica y el escándalo que está viviendo con la pederastía.
Oración a la Virgen de Fátima
Oh Virgen Santísima, Vos os aparecisteis repetidas veces a los niños; yo también quisiera veros, oír vuestra voz y deciros: Madre mía, llevadme al Cielo. Confiando en vuestro amor, os pido me alcancéis de vuestro Hijo Jesús una fe viva, inteligencia para conocerle y amarle, paciencia y gracia para servirle a Él a mis hermanos, y un día poder unirnos con Vos allí en el Cielo.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Madre mía también os pido por mis padres, para que vivan unidos en el amor; por mis hermanos, familiares y amigos, para que viviendo unidos en familia un día podamos gozar con Vos en la vida eterna.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Os pido de un modo especial por la conversión de los pecadores y la paz del mundo; por los niños, para que nunca les falten los auxilios divinos y lo necesario para sus cuerpos, y un día conseguir la vida eterna.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Oh Madre mía, sé que escucharás, y me conseguirás estas y cuantas gracias te pida, pues las pido por el amor que tienes de tu Hijo Jesús. Amén.
¡Madre mía, aquí tienes a tu hijo, sé tu mi Madre!
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
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